Mariachis en San Bartolo Naucalpan


Una vez, mi amigo Toño nos convenció de salir de “fiesta tranquila» a  San Bartolo. «Nada loco, solo unas chelas», prometió. Era viernes, y lo último que quería era otro de esos episodios vergonzosos que siempre terminan siendo tendencia en nuestro grupo de WhatsApp. Pero como siempre, algo iba a salir mal.

Todo empezó con una guitarra.

Un tipo vestido de mariachi, pero sin banda, se nos acercó mientras tomábamos algo en una terraza improvisada.

“Por 50 pesitos, les canto una de amor o de despecho», nos dijo.

Toño, en su afán de impresionar a unas chicas en la mesa de al lado, le pagó el doble para que cantara “El Rey”, pero no inventes ese cuate cantaba peor que yo, ósea que si andaba muy mal.

mientras las chicas se morían de risa. Y luego mi cuate se puso a cantar con él porque lo invito a hacerlo, pero la cosa fue peor, parecían dos animales heridos gritando.

Todo termino con Toño, el mariachi ese y yo bien borrachos en ese bar. Por supuesto le terminamos pagando todo.

Esa noche aprendimos dos cosas: la primera, que un mariachi improvisado solo no es la cosa más inteligente que puedes hacer. La segunda, que si vas a armar algo especial, mejor contrata uno




Scroll al inicio
×